octubre 25, 2009

El cielo

Para alcanzar el cielo basta sentarse en el balcón o recostarse en el pasto a mirar, o más bien, a admirar… Pero no con los mismos ojos de siempre. Visualizando su valor, focalizando en los sentimientos más profundos y reales. Ya no suena tan simple la idea de alcanzarlo. Más comúnmente en la infancia, alguna vez nos preguntamos qué es, cómo es o el por qué de su color.
El cielo no existe e invade cada rincón. No se compara con nada y lo es todo también. No es de color y sus tonos son los más profundos que puedan apreciarse. El cielo es para todos y… pocos pueden alcanzarlo.
¿Quién lo alcanzaría? Todo aquel que intente. ¿Cuántas veces aspiraste alcanzar el cielo? Nadie podría poseerlo y al mismo tiempo está dándonos vida. Es aire, frío, calor, incluso agua que se evapora y siempre vuelve a ser. Es pureza, paz y perfección. Es lo único que la humanidad no puede destruir. Quien lo alcance va a limpiar su mente, despreocuparse y sentirse libre. El cielo nunca se carga, nunca se contamina. Aún con todo lo gris que redime de nosotros, nunca podríamos infectarnos con lo insano de nuestra humanidad.
¿Cuánto tiempo perdiste hoy mirando TV? ¿Cuánto ideando salidas a problemas que vos mismo creaste? ¿Cuánto pensando imposibles? ¡Vamos!, que el cielo está más cerca y no nos detenemos a sentirlo en plenitud. Es simple y no tratamos de entenderlo. Sólo cinco minutos… ¿Qué podría ser más valioso que alcanzar el cielo por trescientos segundos?
Dejá que en forma de viento te erice la piel. Apreciá su inmensidad que jamás termina; esté abrigado de nubes grises o matizado por la luz del sol. Alcanzar el cielo hace a un lado el frío del invierno y el sofocante calor de Enero. Hagamos del mundo un lugar más libre y profundo, un lugar más digno del cielo. No preguntes más y nunca dejes de buscar respuestas en él.
Sentí el cielo; imperceptible a los ojos de la hipocresía e indispensable para una hermosa realidad. Una realidad llena de tristeza, dolor, odio, histeria… Paz. Mentiras, ficciones, verdades circunstanciales y… Pureza. Errores, defectos, males, heridas, crueldad… Perfección. Una realidad llena del cielo.

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