diciembre 07, 2009

Dos sonrisas

Una noche de noviembre Juana se encontró con Martín en la estación del tren. Viajaron juntos hasta la terminal. Él tenía los auriculares puestos y ella leía un libro; nunca fue necesario hablar siempre. Juana le leyó un fragmento y Martín le regaló una canción, justo antes de llegar a la ciudad.

Juana caminaba hacia la parada del 39 mientras Martín compraba cigarrillos en la terminal. Paso a paso, ella iba pensando en no pensar en qué decir, en cómo actuar; ella iba pensando en dejar fluir.Juana vio a Martín volver y de un suspiro echó a volar su nube de pensamientos.
- ¿Querés un Camel? – Le dijo Martín y, mientras le mostraba el atado, agregó - ¡Mirá! Son de los viejos.
Ella, con un brillo excepcional en sus ojos y un nudo en la garganta, asintió con la cabeza mientras sacaba el encendedor de su cartera.

Entre risas, Juana le recordaba aquel Camel de los primeros que compartieron, hablando de las fotos que sólo ellos ven en el cielo interrumpidas por los postes de luz, los cables, los carteles y el verde de algún árbol gris… en invierno, en El Palomar.

El colectivo. El obelisco. La caminata. Iban entrando al nightclub que ella lo llevó a conocer. En aquel sitio del que tanto le habló, lo imaginaba entre el humo dulce y los tragos, escuchando The Smiths y viendo videos de las películas que a los dos tanto les gustan.

- Esperame, voy al baño. – Le dijo Juana a Martín con un nerviosismo que se dejaba entrever sutilmente en el tono de su voz.
Ella corrió a mojarse la nuca y se miró al espejo reprochándole el no reflejar su interior. Se despeinó y habló consigo misma una vez más y la última.Juana se preguntaba cuán vacía era su mirada a veces. Casi cinco minutos viéndose fijo al espejo y lo único que vio en sus ojos cafés fue que aquel brillo que Martín les daba ya no estaba ahí… y dos segundos más tarde supo que anhelaba incontrolablemente abrazarlo.

La joven corrió a darle un abrazo como aquellos que solo se daban cuando era necesario (y eso que casi nunca lo eran porque, usualmente, mirarse alcanzaba). Tuvo miedo de no poder soltarlo, pero lo hizo. Para ella el tiempo pasaba a mil; medio minuto en los brazos de Martín era sólo un segundo en la interpretación del tiempo según Juana. Se aseguró de abrazarlo lo suficientemente fuerte durante un instante. Fue mucho más significante que sólo la camisa a rayas de Martín sobre su torso.

Juana sacó las manos de la espalda de su amigo y sugirió ir a buscar algo de tomar.
- Dos tequilas, por favor. – Dijo Martín casi leyendo la mente de Juana.

Se sentaron a fumar y ella lo miró directo a los ojos hasta que rompieron a reír.
- ¿Sabés qué es la risa? – Le preguntó a Juana a Martín y prosiguió – Es más que la exteriorización del sentido del humor. Sí… Es la sensación de alivio después del miedo. Cuando te miro y me hacés reír, se va la inquietud que antes me daba mirar a través de tus ojos sin saber cuánto más pueda hacerlo… Sin saber cuánto más pueda mirarte sin decirte que no necesito hacer nada al respecto, pero amo amarte.

Juana sonrió como una expresión tenue de alivio y quietud. Martín sonrió también.

3 comentarios:

holamina dijo...

http://www.myspace.com/infusionkamachui

aLe dijo...

Wuauuu me acorde de mi eterno amigo ^^ ayyy que lindo!!!!!

ONE NIGHT ONLY dijo...

Yo simplemente voy a hacer alusión, al buen gusto musical que rodeaba esa noche a Juana y Martin.



P/D : Pull and Bear es una cadena de tiendas de ropa con una estetica demasiado importante. Y el video que puse en mi blog es simplemente un reflejo del promo teaser, con musica de VETO .
Muy recomendable.

Saludos Miss Mina.