mayo 06, 2009

Oasis, 3-5-09

El domingo sería un día normal, hasta que me llamó Franco. Entonces íbamos a escuchar desde afuera. Al menos era esa la idea. Sobreentendido que no teníamos entradas, pero tampoco suficiente plata para comprar de reventa. Salimos a las 5. Oasis ya se sentía en el aire como aquel 10 de Marzo del 2006.
El tren, el 28 y, finalmente, Estadio River Plate.



“Escuchar desde afuera”, sí, es fácil decirlo cuando no estás ahí. En la fila, esquivamos todos los controles hasta la entrada, y ahí empezaron nuestros intentos fallidos. Pensábamos cuántas rejas teníamos que saltar para llegar a verlos y, si acaso así no era posible, ¿a cuántos de seguridad había que dispararles? No, no se podía ser muy coherente.

Llamé a Fabi, el novio de mi mamá. Tiene, pf… muchos, muchos contactos. Me dijo que tire un par de nombres de gente que organizaba a alguien de seguridad e inventemos un robo. El de prevención nos dijo que sólo podía tenerlo en cuenta si presentábamos la denuncia, entonces fuimos a buscar un patrullero: Lo que suponía pasar fue que bajamos del colectivo, por Libertador, vino un flaco con buzo blanco y una visera celeste, o azul, ¡Y nos robó las entradas, la plata..! El policía pregunta “Pero qué… ¡¿se las arrebató?!”, y nosotros, que casi estallamos de risa, agregamos una navaja a la historia. Nos terminó mandando a la comisaría 51, que quedaba a unas 15 cuadras.
Ya era tarde, no podíamos caminar hasta allá, no podíamos pagar un taxi por si de última conseguíamos pasar con la poca plata que teníamos. Entonces, nos metimos mucho en el personaje y le pedimos a un taxista que por favor nos lleve porque no nos quedaba tiempo, porque "nos robaron todo" y sólo queríamos una cosa: Oasis. Aprovecho para mandarle un saludo muy especial al taxista y un calmante porque justo chocamos en un semáforo y se puso muy nervioso, pero bueno, un capo.
En la comisaría nos dijeron que el lugar exacto donde nos robaron no pertenecía a su jurisdicción y teníamos que ir a otra comisaría, que quedaba para el lado opuesto. Já. Ahora sí que ya era tarde.
De golpe, perdí esa esperanza de entrar y se me borró la sonrisa. Caminando de regreso al estadio, pensaba en lo que me estaba por perder. Nada más que la banda que escucho desde que iba a segundo grado y que junto con un par más marcó mi adolescencia, definió mi personalidad, mis ideas, mi vida. La primera banda grande que fui a ver, la que me cambia el estado de ánimo y de la que nunca podría cansarme. No podíamos tirar la toalla, pero tampoco podíamos saltar las rejas.
Volví a llamar a Fabi y me dijo que vaya a la entrada de Prensa, que pregunte por una de las organizadoras amiga suya y le hable de parte de él. La mina estaba dentro del estadio con el handy desconectado y no atendía el celular. Horas fueron, esperando… Mientras tanto, Fabi se contactó con uno de los fotógrafos que estaba dentro. Él busco a la mina.
Fran esperando en la vereda, yo en Prensa y suena mi celular: Fabi. ¿Y? Que vaya a la boletería de Figueroa Alcorta… “Te dejó dos entradas en un sobre”, dijo. Bien… apenas cerré las comillas, cayó una lágrima en el teclado. Culpo a Don’t Look Back in Anger, por estar sonando de fondo justo en este momento. Euforia. Corrí fuera de prensa a avisarle a Fran. No me dí cuenta de que no me iban a volver a dejar entrar, y no me dí cuenta de que la boletería de Figueroa Alcorta era la misma que la entrada de Prensa. Era la boletería de Prensa. Empezaba a sonar Fuckin’ in the Bushes desde adentro. Corrimos hasta la esquina, gritando, girando y gritando de nuevo.
Entonces caí… Emm… no, hay que volver donde estábamos. Entré corriendo, el de seguridad no me quería dejar pasar, pero entré. Entré y me faltaba el aire para explicarle a la de la boletería qué carajo quería. “Nos dejaron… entradas… Melina y Franco… nos dejaron acá… un sobre… dos entradas…”, abrió el sobre con nuestros nombres ¡y me dio lo que nos pertenecía! Nuestro freepass a la felicidad plena y absoluta. La dimensión de lo que sentimos no tiene palabras. Volvimos a correr, a gritar, a girar, a cantar Rock n’ Roll Star que ya empezaba.
Llegamos al campo. Y sonaba Lyla, y coreamos Lyla, y corrimos entre la gente, y fuimos felices, y se me perdió Franco, y la puta madre. Mi celular, mi plata y los Camel en su mochila. Qué estupidez, ¿cómo volvía a casa?, ¿cómo iba a encontrarlo? Ya fue, tenía a Oasis en frente, no podía buscar a Franco (perdoname, vos sabés que sos mi mejor amigo, pero no te tenías que ir de atrás mío).

Miré para atrás por última vez antes de perderme en la multitud y ví que un flaco me miraba. Me miraba la remera. Tenía puesta una remera que me regaló Fabi, con luces, que le ponés un cable que va a un coso con pilas. Me di vuelta y seguí, se puso atrás mío y nos ayudábamos a abrir camino. Avancé dos metros y quedé empapada con el sudor del pueblo. Se me desconectó el cable de la remera y me dio un par de patadas en la panza. Era necesario, ya vas a ver por qué.
Santiago me agarraba de los hombros mientras avanzábamos. Entonces, saqué el cable por abajo de la remera y fue nuestro pase a estar a 5 personas de la valla, justo frente a Noel Gallagher. Sí, obvio que fui dándole electricidad a cada persona que se nos cruzaba. No sé por qué me puse esa remera incómoda para ir a un recital. Ah, cierto que fui para escuchar desde afuera. Gracias a eso llegamos tan adelante y Santiago lo supo apreciar. Me subió a sus hombros hasta el entretiempo, cuando me pidió que lo acompañe atrás porque quería fumar y escuchar tranquilo. Y accedí, total ya había visto casi todo el recital bien de cerca, y desde arriba. Me había sentido como si estuviera sola en el estadio, sola… como si hubieran sido sólo para mí.
No puedo llorar en los recitales, porque entro en shock como si fuera autista y no hago evidente la emoción. Pero cuando fuimos para atrás y salió Noel con Don’t Look Back in Anger no pude evitar dejar salir algunas lágrimas.
Increíble. Me quedé sin palabras. 20 temas que parecían 15 minutos de recital. Y, algo tan simple como una banda, el poder que tiene en mi cabeza… En las 40.000 cabezas del estadio. Es alucinante.
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Y
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Sí… perfecto, pero todavía tenía que buscar a Franco. Como él tenía mi celular, no podía llamarlo, así que le pedí un celular a una mina para mandarle un mensaje a mí celular. Sólo por si de casualidad lo sacaba y leía, porque estaba en vibrador. “Te espero en Coto. Melina”, todavía lo tengo guardado y, es más, no lo borro nunca más. Santiago me acompañó a Coto, sin una zapatilla que había perdido en el campo. Me tocan la espalda, me doy vuelta: Franco. “¡Boludaaaaa!”. ¡Sssssssssssssssssssí! Vamos a tomar algo, volvamos a casa. 5 de la mañana y llegamos. Las mejores 12 horas de mi vida, pero a las 7 tenía prueba de Geografía y después de Matemática. Tomamos café con muffins de chocolate, Fran se durmió. Abrí la carpeta… estudiar, estudiar… y no sé en qué momento me dormí arriba del mapa de Europa. Me desperté a las 11, acompañé a Fran hasta la vereda. Hoy es martes y acá estoy… escuchando Slide Away, feliz. Lo importante es estar donde hay vida.

5 comentarios:

La inadaptada de siempre dijo...

no me olvido mas cuando me lo contaste face to face (?)
te amo sanjita♥

Camiliti dijo...

El relato en vivo está muy bueno tambien, Jaja, se re nota que los amas ♥ .
Beso Mel (:

ABRIL dijo...

Mel!!!!! Nosotras que decíamos que no podiamos ir, que no se, que vos no podias; y fuiste y lo tuviste tan cerca; te lo merecias porque sos una gran persona w.w
Nos vemos!

Paula Irupé Salmoiraghi dijo...

¡Qué historia! No conozco a la banda... ¿me estoy perdiendo mucho?

franco dijo...

MMMMMMMMM


Qe buen blog :)

Un beso.

amiga del face(?

saludos de un bajista.